Reseña: La hermanastra fea: la obsesión por ser elegida
- Orianna Paz
- 3 oct
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Actualizado: 15 oct
Por Orianna Paz
Continúa en cartelera la ópera prima de la cineasta nórdica Emilie Blichfeldt, La hermanastra fea (Den stygge stesøsteren, Noruega-Dinamarca-Rumania-Polonia-Suecia,2025) una reinvención del cuento clásico de hadas “La Cenicienta” ahora desde la óptica de una de sus hermanastras, la menos agraciada físicamente, que sueña con casarse con el Príncipe azul.
Si estás esperando un cuento de princesas, rosa, lleno de magia, bondad y unicornios, esta no es la historia que crees. Estamos ante una película que desde sus primeras secuencias busca provocar, incomodar, romper con lo establecido en todos sus aspectos, desde su estética, su música moderna llena de sintetizadores que destrozan el ambiente presuntuoso de la época, sus coreografías, su protagonista, Elvira, el patito feo de la familia, cuya sonrisa de brackets y nariz torcida ahuyenta a todo posible candidato al altar y sus escenas gore que desafían los nervios de los espectadores. Mención aparte merecen las pinceladas de humor ácido y negro del guion en situaciones terriblemente dramáticas que ofrecen así un respiro en una trama cuyo nivel de actualidad es espeluznante y que gira en torno a la exigencia social de cumplir con un canon de belleza. Sólo basta con navegar por Instagram para encontrarnos con mujeres obsesionadas por cumplir con los estándares de lo que se considera “bello”, dispuestas a hacerse toda clase de operaciones para tener el rostro que se piensa es “perfecto” o el cuerpo delgado y atlético a costa de, incluso su vida, como le sucede a la protagonista del filme.

Elvira es una adolescente que fantasea con casarse con el Príncipe Julián, que él la lleve a su castillo en un corcel blanco y vivan felices para siempre, un ideal que la sociedad ha perpetuado a lo largo de los siglos en la mente de millones de mujeres que sólo viven para ser “elegidas” por un hombre, casarse y tener hijos, como si ello les diera valor. Sin embargo, sus barros, sus brackets, su nariz de gancho y su abdomen flácido no son considerados “atractivos” en el canon de belleza de la época (y curiosamente tampoco en la actual, 300 años después), por lo que Elvira es rechazada por todos, especialmente por su madre que no ve en ella la mínima posibilidad de casamiento y de alcanzar así un estatus y fortuna para su familia que ha caído en desgracia. Hasta que el Príncipe organiza un baile e invita a todas las doncellas del reino, incluidas Elvira y Agnes (el simil de Cenicienta), su hijastra, dueña de una belleza natural despampanante, a quien tuvo que adoptar cuando su nuevo marido murió “repentinamente” casi al día siguiente de las nupcias. Desde ese momento, Elvira y su madre se obsesionan con “cazar” al Príncipe, por lo que Elvira se somete a procedimientos de cirugía estética verdaderamente salvajes con un doctor que parece más un carnicero y que justifica sus intervenciones con la frase tan famosa “la belleza duele”, mientras le arranca los brackets a Elvira sin ningún tipo de anestesia y eso es apenas el principio del calvario. Por otro lado, destaca la malicia de “Cenicienta” que sabiéndose hermosa se lo restriega a Elvira en cada oportunidad, siendo en esta versión una villana que bien merece quedarse con el patán del Príncipe, que tampoco es el sueño tan esperado.

Con inevitables reminiscencias a películas recientes como La Substancia o Enferma de mí, La hermanastra fea se hace un lugar propio gracias a su inteligente y fresca visión de un cuento clásico al abrir y motivar la discusión y reflexión en torno a la belleza, la obsesión, la idealización de las relaciones amorosas y del amor en sí mismo, e incluso como toda fábula tiene también su moraleja, que lejos de ser cursi se convierte en un estatuto feminista y esperanzador, todo esto bajo una fotografía impecable, fastuosos vestuarios y una ambientación espectacular.
Eso sí, quizás el filme se regodea demasiado en las escenas gore que sí sorprenden en un inicio pero que se tornan un poco repetitivas y previsibles rumbo al desenlace sin aportar más a la trama sino sólo con el objeto de escandalizar o causar repulsión, sin embargo, más allá de ello significa un gran debut para Blichfeldt, una cineasta arriesgada a la que hay que seguir de cerca.





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