Crítica: Maestro de Bradley Cooper: una mirada simplista a Leonard Bernstein
- Orianna Paz
- 4 ene 2024
- 3 Min. de lectura
Por Orianna Paz
Maestro (Estados Unidos, 2023), el segundo largometraje de Bradley Cooper como director, tras su debut en Ha nacido una estrella (Estados Unidos, 2018), es la típica biopic hollywoodense que tanto gusta y celebra la industria y por lo mismo, una de las fuertes candidatas en esta temporada de premios pues es ya una de las grandes nominadas a los Globo de Oro que se entregarán este 7 de enero en las categorías principales como Mejor Película de Drama, Mejor Director y Actor para Bradley Cooper y Mejor Actriz en una Película de Drama para Carey Mulligan, entre otras.
La película está basada en la vida del reconocido músico, compositor y director de orquesta estadounidense Leonard Bernstein, sin embargo, Cooper decide colocar sus aportes a la música clásica, la ópera e incluso los musicales, su enorme talento como director -fue uno de los directores más importantes de orquesta de Estados Unidos y el que estuvo al frente de la Filarmónica de Nueva York durante más años- como un simple telón de fondo para centrar la atención especialmente en su lucha interna para lidiar con su homosexualidad en el marco de una sociedad bastante conservadora, la de los años 40 y 50.

Quizás la temática elegida por Cooper hubiera resultado más interesante si le hubiese dado profundidad al conflicto de Bernstein, un hombre en el inicio de su treintena, con un futuro prometedor, presionado por una élite, la de los conservatorios y orquestas prestigiosas del mundo ante las cuales su condición de soltero a esa edad era algo muy mal visto, además de los rumores sobre su dudosa inclinación sexual. No obstante, Cooper sólo nos muestra tibiamente la confusión del joven Bernstein, su romance casual con la incipiente actriz emigrante de Chile, Felicia Montealegre como si se tratara de un musical edulcorado con bailecitos y todo el show, pero ningún trasfondo de sus verdaderas razones para casarse con ella, que en la vida real respondieron a una decisión pragmática: era conveniente para su carrera.
Y así sucesivamente, Cooper desaprovecha una oportunidad tras otra para dotar a sus personajes de sustancia, pues tanto Bernstein como Felicia se notan desdibujados, superficiales, personas cuyo único conflicto o vida parece haber sido las desavenencias provocadas por las aventuras constantes de Bernstein con distintos hombres, encuentros de los que Felicia siempre estuvo enterada y aceptó incluso antes de casarse con el célebre compositor.
Cooper deja fuera también el activismo político de la pareja, que incluso llegó a estar en la mira del FBI de Edward J. Hoover por sus vínculos con el comunismo y el escándalo que supuso la recepción que ofrecieron los Bernstein en 1970 para recaudar fondos para el partido socialista Panteras negras. Y todo ello los reduce a personajes simplistas, básicos, caprichosos y definidos por un solo elemento, lo que los torna en poco creíbles y con los que es muy difícil conectar emocionalmente.

Lo más rescatable del filme es la interpretación sensible y conmovedora que brinda Carey Mulligan como Felicia Montealegre, una mujer infeliz, atormentada e insatisfecha por decisión propia que fue consumiéndose por el amor que sentía y la dura enfermedad que la aquejó hacia el final de su vida.
Cooper se nota de a ratos sobreactuado e incluso caricaturesco, llevando sus gestos al extremo, con una nariz prostática bastante irreal, siempre en todas las escenas con un cigarrillo en la mano al punto del hartazgo, en un recurso bastante trillado.
De Maestro destaca en particular el extraordinario diseño de arte y la fotografía, sobre todo del blanco y negro que retrata la juventud de Bernstein, sin embargo, la película en su conjunto se reduce a un retrato sin contundencia, superficial, que ignora muchas aristas importantes de quién era Bernstein como músico, una figura excepcional que llegó a dirigir la Orquesta de la Scala de Milán en el montaje de Medea de Luchino Visconti y protagonizado por María Callas o a realizar la música del icónico musical West Side Story; y también como individuo comprometido con su entorno y las causas sociales y políticas sin ahondar tampoco en el conflicto que pretende exhibir.
El filme puede verse en Netflix desde el 22 de diciembre.
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